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FERNADA AQUERE - FABIANA BARREDA - JOSÉ LUIS ROCES
MUESTRA PATRIMONIAL | EL OBJETO,
UNA CONSTRUCCIÓN DEL ARTE CONTEMPORÁNEO
Mayo 2012
Desde que fueron
legitimados como obras de arte, aquellos objetos que Marcel Duchamp seleccionó
de su entorno y los postuló en esa categoría, los objetos han tenido un papel
preponderante en el arte contemporáneo y han sido motivo de debate desde
entonces.
Pasadas unas
cuantas décadas y avanzados los interrogantes sobre que condiciones tienen que
ofrecer para ser considerados dentro del mundo del arte, los objetos se han abierto
camino de mano de artistas que se desprenden de significantes y connotaciones,
se divorcian de representaciones, de mímesis y de semejanzas, para solo tratar
con la ambigüedad clasificatoria, sostener el desdibujamiento de los límites,
valorar otros dominios perceptivos y entronizar su expansión desde prácticas excluidas
de las experiencias tradicionales.
Así es como el
objeto, ese novedoso relato visual que se construye a si mismo, desde nuevos
enunciados sin declaraciones previas, se propone desde una nueva relación
interpretativa y por consiguiente aporta una múltiple acción discursiva sobre
sí mismo.
Al estar en un
delicado paréntesis de transición, nos ubica en esa privación de ser, en ese ser
en trámite que lo tiene como tema y motivo, ya que toca los bordes de la omisión,
de la no referencia identitaria y se crea alrededor de él un nuevo orden que
busca su sustancia y su dominio. Dicho de otro modo la caída de los
metarrelatos que codificaban y clasificaban todo lo que el mundo del arte
abarcaba, mas la crisis que se produce con ellos respecto de la significación,
los pone en un lugar de singularidad absoluta con códigos nuevos, manifestaciones
propias y hasta por descubrir.
Por otro lado hacer
obra con lo irrepresentable, con lo que linda con las afueras del registro
identitario conocido, hace del objeto del arte contemporáneo un artefacto con
presencia simbólica propia, como ente que arrasa con los soportes de filiación
sostenidos desde siempre. Así entramos en algo que caracteriza a este tipo de
obras, lo inasible con identidad primaria por conocer, que pivotea entre ser
depositario de nuevos sentidos y responde con valencias de la pura invención.
Debemos crear un
relato de esta nueva trayectoria que anima y sitúa a los objetos, desgarrados
de la imaginería en la que reposó durante años el mundo del arte y a la vez
legitimados desde lo indesignable, como clasificación, esta incertidumbre identitaria
probablemente es su mayor valor, y es lo que lo sostiene, así como su nueva
materialidad.
Los artistas juegan
un papel de creadores absolutos sobre el dominio de los objetos, sin nada donde
apoyarse, sin analogías que resolver, crear de la nada, desde la escurridiza
ausencia, comenzar de cero para lograr una identidad, una esencia. Esta es
una tarea compleja. Son los artistas
quienes presentan, exploran y determinan sus obras, atraviesan la evanescencia
de existencias pasadas y franquean nuevos saberes y nuevos procesos, crean
referentes y significaciones desconocidas, traspasan los límites, cruzan las
fronteras y sostienen otros andamiajes.
Fernanda Aquere, Fabiana
Barreda, José Luis Roces, pertenecen a este grupo de artistas, cada uno tiene
una manera particular de insertarse en la singular naturaleza de borde sinuoso
que es el objeto. Con resonancias propias, cada uno recupera una característica
intrínseca de sus objetos creados: la ambigüedad. De ese modo arrojan al campo
de atención visual obras con estatus estéticos diferentes, la ambigüedad de la
que hablamos requiere de una especial devolución del espectador, convertido en
clasificador de la indefinición de un lugar certero y pleno desde donde
sustentarlo, en esa no pertenencia de la vaguedad se verá, frente a estas
obras, en la situación de tener que preguntarse de que se trata, de solo contemplador pasará a señalar una
problemática clasificatoria que no se planteaba hasta la irrupción de los
objetos en la escena visual.
De este modo al
operar como un proceso sensorial primario se encuentra la relación semántica de
lo que podríamos denominar unidad perceptiva como novedad referente, que a la
vez se constituye como construcción con códigos propios, con sus relaciones
instrumentales, con los significados residuales y con los excedentes visuales
fundantes que propone. Así la pretensión de regularla como unidad perceptiva se
pronuncia desde un discurso en latencia, inscripto en teorías cuyo centro de
sentido es la pertinencia y la articulación de su propia determinación como
objeto de arte. Es decir, se procede según los atributos posibles de codificar
atravesados por un sistema de relaciones y de desciframientos que siempre
estará operando desde el desplazamiento de combinaciones y equivalencias
retóricas por las complejas permutaciones propuestas por los propios objetos.
Este desplazamiento
de la ambigüedad clasificatoria frente a la presencia de la hibridez, que
adopta múltiples formas, diversos soportes, mezclas de medios visuales y de
disciplinas para lograrlas, produce una oscilación enunciativa, una evidente
experiencia desestructurante para definir un relato visual sobre ellas.
Esta forma de ver,
consiste en una nueva manera de decir, en un verdadero descubrir que la
comprensión solo puede ser pretenciosa y aleatoria. Tales objetos tendrán unos
aportes, otros señalarán diferentes rasgos y sin poder asirlos en su totalidad,
dudando de su artisticidad, podremos captarlos en su universo de parcialidades,
con un sesgado cúmulo de indefiniciones.
El objeto presenta
situaciones en donde la percepción naufraga errante en dudas. Por momentos su
compromiso es solo sensorial, por otros puede ser lúdico si la obra lo propone.
Escurridizas
tensiones de la incertidumbre y de una cosmovisión fragmentada desde la indefinición, se registran como
resistencia al cambio de paradigmas explorados con anterioridad. Ambigüedad,
dualidad, indefinición, disolución de la objetividad histórica,
desmaterialización de la obra tradicional, son moneda corriente en las obras
actuales y se configuran desde un sistema dialéctico que entrelaza una variable
sustancial de diversos elementos, que irán conformando la reflexión teórica
sobre la práctica artística que se libra hoy por hoy.
Probablemente
múltiples significantes conforman una obra, varios encuentros semánticos se
alinean alrededor de ella, cantidades de referencias connotales o tal vez nada
que considerar, nada por referenciar, solo un conglomerado de anuncios desconocidos
que abarcar, que crearán una vasta polisemia de soporte para teorizar sobre la
obra actual. Crear nuevos contenidos que trasciendan la comprensión existente,
dará algunas pautas para un acercamiento certero, deberemos ir fundando teorías
sobre lo que acontece y así construir un nuevo arraigo.
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