Rosana Storti
Julio 2012
Mínima Entropía
En las obras de Rosana Storti, aparece de todo ante nuestros ojos, es tal la cantidad de objetos puestos en juego que deviene en un agotamiento visual buscado a propósito por la artista, para mostrar el proceso al que fueron sometidas, en pos de su desarrollo vital, cada una de las imágenes.
A modo de conjuntos delimitados por elementos parecidos, se resuelve un sistema de encuadres encadenados que podrían desdoblarse en decenas de otros. El proceso de producción tiene que ver con la fotoperformance, donde se advierte un verdadero trabajo de elaboración y el incremento sumario de traslado de los objetos que compondrán la obra, mudarlos de un lugar a otro será una frenética acción de la construcción de la imagen, acentuando una dinámica que se aquieta por la toma directa arrojándonos un orden obsesivo al límite, mostrándonos el efecto orgánico a ritmo acelerado en su desdoblamiento embrionario, que se expande en progresión. A cada paso uno puede ingresar visualmente en alguna disposición concreta para desplazarse luego a otra y así sucesivamente. Ir y venir con la mirada será parte de nuestra búsqueda que derivará seguramente en un alcance privado de connotaciones, propio de cada uno. En este muestreo selectivo, la artista propone singulares composiciones y declaraciones, nosotros seremos exploradores de su orden visual. Enfocar no eludirá los diferentes reflejos que se producirán y que guiarán a nuestros ojos a la carga caprichosa de una u otra parcialidad por el solo placer del recorrido. Aunque el ojo podrá prestar debida atención a un foco visual repentino, esta tarea óptica se repetirá hasta que uno considere que ya lo vio todo.
Se convertirá así en un rasgo de arte relacional, el mosaico de instantáneas que hacemos a la vez que su autora, así tendremos la posibilidad de novedosas fuerzas entrópicas en interacción y de construcciones resueltas por nosotros a partir de su imagen,
Fijación, atención, focalización serán a cada paso las variables, así como también tendremos apuros visuales, ya que la multitud murmurante de las imágenes de Storti, nos dejarán sin algunos tramos ya que ella misma nos distrae con tanto que ver.
Al contemplar estos nuevos entornos veremos “campos de fuerzas” que como un imán para el ojo, dará efectos de tensiones mutuas entre formas y cosas, con algunos realces de posición entre ritmos repetitivos, signos, señales y diseño de las imágenes.
Así se nos presenta algo importante a detectar, el potencial de lo simbólico, disponemos de evidencias y de significados pero aparecen datos colaterales que señalan otros vínculos, tanto de disposición espacial, como de ordenamientos alternativos, visiones simbólicas que se alimentan a partir de un colectivo de arquetipos supuestos y conocidos, así como metáforas de estados internos. Codificar desde la memoria, interpretar mensajes, experimentar cambios, serán las opciones flexibles y las gamas de expectativas que se articulan frente a estas obras.
Aparecerán “jerarquías perceptivas” para orientarnos e ir armando el esquema del dominio visual de Storti, que en su habilidad e inventiva apunta a nuestra atención conciente,
abrumada por el asalto a los sentidos que realiza desde la profusión de elementos, condenándonos a pertenecer a la experiencia de la abundancia y exhuberancia sin perder la sensación de agobio, en la inagotable variedad de la redundancia.
La artista nos muestra la dependencia que tenemos con los objetos que nos rodean, como van condicionando nuestras vidas, las distracciones a las que nos someten, las obligaciones que nos determinan, como parte de eso, ella misma aparece en la obra con la cara tapada, casi como en una pérdida de identidad ante semejante inundación de estímulos, dejando de ser, para estar allí, desde esa sobrecarga emocional, compartiendo el espacio vital con todos esos objetos, aunque le quiten lugar y no pueda fluir en el espacio que la absorbe, la encierra conformando una dependencia con ellos que le impiden salir o separarse del conjunto.
El vivir diario se torna denso, pesado en la opresión de objetos accesorios que condicionan desde la compulsión de acumular en un orden lógico. Todo el conjunto visual pone al descubierto la construcción por asociación más que por las formas concretas o por la variante de sus colores, dispuestos de tal manera que va creando una secuencia cromática en la que se configura y completa la experiencia visual en una constante búsqueda de vibraciones, que adquieren importancia desde la estética Neo pop que propone Storti, conciente de lo que provocará en los espectadores pondrá a prueba ese orden preestablecido contrarrestándolo con el desorden mental que determina la acumulación, y que ella muestra a modo del arte trash que vincula lo lúdico, la diversión, la ironía, la exhibición de información personal, los estados de ánimo extremos y hasta una nueva manera de presentarse, de instalarse a través de sus obras, como un modo de provocar sensaciones puntuales en el otro. Eso sí, carece del desaliño y la suciedad que caracteriza a esta estética ya que Storti se preocupa hasta el límite por el orden, la prolijidad y la limpieza, a tal punto que ya a nivel digital trabaja el mayor número de aportes visuales para sus obras con todos los detalles posibles, hasta la posición de las mismas en las salas, de este modo no deja un solo dato sin razonar, ni un detalle sin reflexionar tornándose de Neo-pop a Neo-conceptual en igual medida, atravesándose mixturadas las dos tendencias, accionando por igual en el desarrollo, proceso y resultado de sus creaciones.
Rosana Storti produce sus obras sin dejar vacíos, sin silencios ni descansos, todo el retorno que produce es inquietante, la serialidad de la constante repetición crea una eficacia arrolladora, que se impone como una compulsión amenazante, dando cabida a un autoengendramiento de las formas, así se dan estructuras nuevas e inacabadas alejadas de lo objetivo, para dar paso a una ambivalencia independiente capaz de engendrarse a si misma como un destino en acción y evolución.
El presente con el pasado relacionados en una dialéctica temporal de abordaje que clama por un encuentro único, que testifica sin proclamar, que connota sin refutar y que determina este aquí y ahora fuerte e imponente, cargado de memorias, de nostalgias de los objetos llevados a un nuevo ámbito de evocaciones, produciendo una constelación sin conflictos en la plenitud del exceso, poniendo en valor su carácter y resistencia al paso del tiempo. Edificar sobre lo heredado, darle otra opción, conjugarlo con lo propio y transformarlo en una obra de arte,
constituye una exploración de vínculos que se exhiben como un autorretrato explícito de la artista, implicada dentro de la imagen, tapada por una pila de ropa que la precede.
Storti está planteando con sus estrategias un nuevo capítulo en la escena visual santafesina, dando imágenes que no solo se ven, sino que se piensan, hay operaciones registradas desde la apropiación efímera de lo performático, desmaterializando por completo sus instalaciones, así ella interroga al propio lenguaje artístico, en sus despliegues (lo que se devela) y en ese repliegue (lo que se oculta) de acciones que tienen un puntual fin en si mismas y se convierten simultáneamente en producto estético separado de la acción que la produce, dotando al hecho artístico de una multiplicidad de potencialidades sincrónicas y de desdoblamientos creativos únicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario