DE PANTEONES Y MILAGROS| COLECTIVO ABD (Arnaudo – Bertolino - Debona)
Febrero de 2016
En
los panteones milagrosos, la exhibición del exceso en la decoración acusa
también la demostración de los sentimientos de quien dedica horas a un
virtuosismo en el ornamento, a un dominio del diseño con características
particulares basadas en la superposición. Allí emerge intrincado, el artificio
en todo su esplendor, una confirmación en imágenes y objetos de la retórica
verbal producida naturalmente ante el panteón sanador.
La
profusión visual y emocional está directamente anclada en algunos objetos, que
traducen el problema que llevó al creyente a la tumba de referencia. La carga
expresiva posee una intensidad arrolladora y la acumulación de elementos, más
las plegarias, asegurarán los beneficios solicitados cuanto más cosas se deje
en ellos.
Devoción
y fervor, en las manifestaciones, tienen tanto peso como las ofrendas dejadas
al milagroso, en una convivencia tan profana como religiosa y tan espontánea
como genuina.
Estos
“artículos de fe” lo admiten todo, no se puede crear un patrón de objetos de
entrega. Los complejos deseos personales, cargan de valor a cosas de lo más
insólitas. Y hay una aceptación muy amplia para la imaginería de los
cementerios.
Lo
particular se recrea con lo colectivo, con deliberadas composiciones en
progreso. Inacabadas resonancias de unos y otros van determinando el conjunto,
las acciones se reproducen, las ofrendas se acumulan, se interpone un recurso,
se superpone otro y se conforma una especie de ”rico follaje visual” lleno de
pretensiones y tan antojadizo en sus variables, como los portadores de las
ofrendas.
Es
la misma memoria colectiva que nos habla de profanaciones, de desenlaces
tortuosos y de hechicería legendaria, recreando en el relato un descenso
directo al pozo sin fondo de la desdicha por parte de esos muertos.
La ilusión de solución de todos los
problemas es un componente básico para alcanzar objetivos a veces imposibles,
los creyentes van detrás de una senda marcada por las viejas y sagradas escrituras
y a la vez por la magia latente en sus corazones, una manera práctica de
asegurarse un lugar en el cielo y sanar las heridas que acarrean en esta
tierra.
Hay
allí una ironía implícita, la religión aconseja superar las pasiones mundanas y
no aferrarse a los objetos, sin embargo, estos santos difuntos, están llenos de
reliquias y objetos cargados de promesas.
Siempre
la cruz está omnipresente en estos panteones, cruz que no se limita a ajustarse
a un campo de fuerza del que se convierte en centro, sino que también tolera y
de hecho invita, a un artificio decorativo que contrarresta con su rígida
estructura.
Cruces
de hierro forjado, con exuberantes volutas que circundan el signo sagrado,
presumiendo de alguna gloria o poderío del pasado, instalando sobre el muerto
una simbología que determina fuerza y no deja lugar a la duda de su poder de
sanación. También cruces de extrema simpleza que sólo son dos travesaños
atados, pero por supuesto portadoras de la fe, en su evidente sentido del
decoro y la mesura, aunque atendiendo sin duda a albergar su sagrado sentido.
Arnaudo,
Bertolino y Debona han recorrido la costa santafesina en pos del encuentro con
estos panteones, han hecho sus ofrendas en cada uno de ellos, respetando a
ultranza a cada destinatario, teniendo en cuenta al habitante de cada tumba,
atendiendo a la causa de su fallecimiento, a la manera en que murió, al oficio
que ejercía en vida el milagroso. Pero sobre todo han realizado un trabajo de
observación, sobre lo que reflejaba cada habitáculo.
Sus
recorridos visuales responden luego a sus acciones. Vinculándose directamente
con lugareños, con sus tradiciones orales, con los relatos que dieron lugar a
que ese panteón sea milagroso, con los orígenes de los fenómenos ocurridos, fueron
también elaborando ofrendas teniendo en cuenta lo que ya estaba allí
depositado, sin interferirlo, sin corregirlo, sin profanarlo, sólo agregando a
modo de legado contemporáneo, el gesto performático y de este modo, recuperar
una práctica ritual popular, sabiendo todo el tiempo que allí hay implícitos
fe, amor, gratitud, sacrificios, dolor, penitencias y promesas.
A la
vez que hicieron recorridos y ofrendas, registraron a través de fotografías y
videos todas sus acciones, estos registros dan lugar hoy a esta muestra en las salas
del MAC.
Instalación
fotográfica, video performance y objetos intervenidos, son los modos que este Colectivo
artístico (ABD) ha encontrado para sus alegóricas intervenciones, para sus
interminables búsquedas, para sus manifestaciones visuales.
Sin
condicionamientos morales ni culturales para lograrlo, han sabido demarcar lo
genuino, lo legítimo de cada lugar y posar
apenas sobre ellos, su propia experiencia. Sus acciones visuales e
intervenciones, fueron en pos de las posibilidades expresivas que los hechos
exigían, tomaron la retórica de los difuntos, y de sus milagros, respetaron a
sus deudos, se mimetizaron con sus creyentes y seguidores, asumieron sin
sentenciar y concretaron instrumentos de acción en las moradas finales, constituyeron
nuevos acontecimientos para esos difuntos sanadores y su descanso eterno.
MONTAJE
MUESTRA
SALA 1
SALA 2
SALA 3
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