Realidad Virtual
Los lenguajes nacientes de
nuestra sociedad mediatizada no escapan a las artes visuales, es más, los
artistas se han apropiado de ellos, articulando desde la virtualidad, nuevas genealogías
morfológicas, generando inéditas
imágenes e inusitados espacios vinculantes.
Podríamos hablar de imágenes
únicas por sus novedosos descubrimientos y resignificaciones, o podríamos decir
que se trata de una renaturalización del arte visual; en cualquier caso, lo
estamos transitando y estamos viendo su crecimiento constante, observando
sorprendidos los cambios permanentes en sus múltiples resoluciones.
El espectro de la fantasía
digital virtual, se nos aparece en una dinámica de expansión, que se está
construyendo en todo el mundo, desde la diversificación de los recursos
visuales de estos lenguajes de reciente desarrollo.
Partiendo desde aquí para evaluar
esta aventura de aceleración y velocidad con que se mueven las imágenes, desde
el Museo de Arte Contemporáneo de la UNL se pretende atender a las obras
producidas y ejecutadas con los recursos tecnológicos de última generación de
la mano de Mariano Giraud, artista
visual, que no sólo trabaja la virtualidad sino que concreta objetos a partir
de imágenes digitales, transformándose
en un escultor, un productor en 3D, dando cuenta del enlace entre la creación,
la invención y la ejecución científico-tecnológica.
Debemos dar un voto de confianza
a lo que pasa frente a nosotros en esta muestra, atender a lo que vemos, los hechos se
presentan y crean una plenitud en el espacio, poseen una integridad física como
fenómeno visual y debemos acatar su totalidad, descubrir sus caracteres
formales y reaccionar a su vitalidad que nos alcanza en un sentido profundo.
El hilo conductor de la trama
posee un denominador común en el vínculo que se crea entre lo animal y lo
mineral, que no sólo produce un efecto de superficie sino que va directo a
generar en el que participa, un sostenido
efecto entre la bestialidad mística y el paisaje de inmersión de la especie
sobre el universo.
Se produce una energía contemplativa
que en su devenir exploratorio, no decrece, continúa con impactos visuales y
lleva a detenerse en puntos focales de la escena, hasta que algo turbador, lo
transforma todo y las emociones al límite aparecen con su carga ancestral. Sin
advertencias Giraud nos mete de lleno en el acto de ver y experimentar, nos arroja al vacío sin red y nos trastoca
todo el mundo palpable donde encontramos contención.
Obligados a conciliar los
conocimientos que se nos presentan, procedentes de los dominios biológicos y
psíquicos, que nos producen los nuevos datos, viviremos un ambiente pleno de
significados simbólicos que manipulan nuestra percepción, a tal punto, que nos
transmiten el mensaje de una inquietante experiencia creativa a la que
sucumbiremos, entraremos en su dominio y la consideraremos como una impactante
y vívida actualidad.
Decodificar las apariciones
pondrá en vilo nuestras habilidades cognitivas y será la intuición quien hará
la transmisión, a la vez dinámica y
asimétrica de superficies y objetos, con la presencia amenazante de la
dimensión desconocida y todas las sensaciones que ella nos produce.
Establecer los nuevos estímulos
como absolutamente convincentes, será
cosa de un instante, en que nuestro
cerebro nos proporcionará lo necesario para abordar y articular las novedades y
dominar el acontecimiento.
La escena lo es todo y la
espacialidad es conocida, aunque lo que allí sucede nos deje perplejos y nos
confronte con esa mirada antropológica que nos muestra el artista, y sin
discusión, llegaremos al punto culmine en que todo sucede.
Como en un ritual mágico, la
ceremonia se completa y salimos de la escena con otra visión del mundo y esto
es literalmente así, ya que Giraud se dedicó a engañarnos desde la realidad
virtual, creada especialmente para que eso nos ocurra y mostrarnos lo
científico-tecnológico directamente vinculado al arte sin fronteras
exploratorias, sin vallas entre lo físico real material y lo virtual, donde
ver, percibir, y experimentar son alterados de tal modo que no podemos percibir
la diferencia.
Esta realidad virtual inmersiva
creada en las salas del MAC, que podemos absorber a través de un medio
periférico, como el “oculus”, casco de realidad virtual, nos conduce a una
interactuación pensada, medida que nos sumerge
de lleno en ella.
La creación del entorno visual
“no real” al que tenemos acceso con los mismos sentidos que en el mundo concreto,
se centran específicamente en este caso en la vista y el oído, con eso basta
para simular las percepciones sensoriales que nos transportan, a un
espacio-tiempo virtual.
El hecho de crear, almacenar y
simular un mundo alternativo, modelar
objetos en él, definir relaciones entre los mismos para transponernos allí, nos
sitúa a cada uno de los participantes en medio de un inusual suceso, en medio de un simulacro estimulante, de
vínculos experimentales que se establecen con el dispositivo primero y con el
espacio creado después y ahí nos perderemos en el repertorio, tan desolador
como impactante que nos propone Giraud.
Stella Arber
Directora MAC UNL
MONTAJE
SALAS
INAUGURACIÓN
EXPERIENCIA VIRTUAL
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