BAJO EL CIELO DE GARAY | HÉCTOR BATALLA




BAJO EL CIELO DE GARAY | HÉCTOR BATALLA
Marzo de 2015



La muestra “Bajo el cielo de Garay” de Héctor Batalla que se presenta en las salas del MAC está compuesta de pinturas-relieves, cajas-objetos y ensambles constructivos que permiten unir períodos diferentes de este artista, si bien hay un hilo conductor fuertemente ligado al título de referencia, el diálogo a la vez se da por la utilización de formatos especiales que se mantienen en el tiempo, además de un cromatismo terroso típico, que el artista no abandonó nunca.
Hay una constante además, que es la utilización de la luz que da al conjunto un valor informativo propio mostrando como se relacionan entre sí los elementos, partiendo de una gradación de oscuros que causa incidencia sobre todo lo expuesto.
La reducción de las fuentes de luminosidad crea una distribución mínima de luz (en casi todos los casos) que permite ver todo, casi como en una bruma. Esta manera particular de aportar sombras dentro y como parte de la composición son un sello distintivo de Batalla. El centra sus objetos desarmando las formas u ocultando partes de ellas en la sombra, rompiendo la continuidad de la curvatura de la línea, creando así bordes borrosos, para ello se vale de capas múltiples de material y el posterior arrancado o raspado, para lograrlo.
Esta paleta ensombrecida crea un gradiente claramente autónomo de valores de luminosidad, marcando efectos especiales en las obras, dando a la vez que oscuridad a todo el conjunto un fuerte rasgo simbólico, activando desde lo perceptivo, una potente evocación que replica en las temáticas que trata el artista. De este modo la oscuridad no aparece como escasez de luz, sino que se ve y se percibe como sustancia y esencia de la obra.
Las marcas de puntos generan un reticulado armónico, brindando estructura por repetición, cargando a las imágenes de un sistema gráfico que los contiene. Lo mismo sucede con los hilos tensados que aplica el artista.
El agregado de piezas pequeñas dentro de las escenas es un modo que tiene Batalla de incluir los acabados industriales, posproducir con las piezas en serie, impuestas en una sofisticada composición constructiva, sostenida por un andamiaje que a todas luces proclama su valor pictórico con registro estético único, alejado de cualquier moda o tendencia.
El corpus de obras que se ponen a consideración del público trae consigo una fuerte raigambre religiosa mezclada a la vez con aportes paganos que proclaman su valor con la misma fuerza, esto es posible verlo en las obras “Bajo el cielo de Garay” I y II.
La ironía y el humor se hacen sentir en esta búsqueda casi apelativa a la revulsión estética del kitch, adjudicando veneración religiosa, con celebración mundana, culto cristiano con imitaciones de oropel barato, convertidos en metáforas, más que del engaño doctrinario, en atractivos laqueados de estuco y dorado. Esplendor y gloria de algún santo o virgen que se prestan a cumplir los deseos más íntimos de un grupo humano como del otro, como en la obra “Cuestión de fe”. Un triunfo más de lo esotérico que de lo religioso.   
Batalla desarrolla un lenguaje cuyas claves hay que descifrar. Produce a partir de lo que conoce, registra y asimila de este universo cultural que le ha tocado vivir. Estas obras son señales de una disociación entre lo que piensa, acepta y le toca asumir de nuestro mundo.
Ha demostrado a través de su trayectoria en las artes visuales que expresarse de este modo no ha minimizado el contenido de sus frustraciones ni de sus angustias.  Tal vez le permite sublimar algunos conflictos, convirtiendo a sus obras en indicios de su tolerancia, distintivos de su sabiduría como factores constantes que condicionan su manera de trabajar, a tal punto de que el contenido de la obra es una parte vital de su accionar visual. Aparecen complejos mecanismos autónomos que hacen de su expresión un modo de vida.
Críticas develadoras, como apropiación de circuitos perversos donde nada puede cambiarse, sólo contarlo en imágenes, develar que en ese escenario ocurren cosas, se generan otras, se formulan peligrosamente las opciones de lo bueno y lo malo en convivencia como en la obra “Delivery Sunchales”. El paisaje maravilloso de nuestra pampa gringa, llano y vasto se ve interrumpido y deformado por acontecimientos brutales de nuestro tiempo. El artista proyecta el espacio completo con toda su belleza y con todas sus miserias. Una perspectiva que entraña la paradoja significativa de un horizonte tumultuoso, que deja constancia que lo que era, ya no volverá a ser, que ahora se trata de otra cosa, que allí han irrumpido una secuencia de eventos que lo han redefinido como paisaje.
El espíritu de esta era, en la que singulares acontecimientos nos confrontan con nuevas formas de violencia, se tejen mundos paralelos y acciones ocultas, se traduce en la producción de este artista, que tiene cierto grado de impenetrabilidad ya que sus indicadores conservan ese carácter de secreta contraseña perteneciente a una logia cultural propia. Si bien se establece una activa interacción con el espectador por momentos, en otros se produce una críptica y despiadada lucha interna del autor que no permite que todas sus intenciones salgan a la luz.
De lo que estamos seguros es que no es fácil acusar recibo frente a las obras de Batalla, y que debemos apelar a un diálogo productivo complejo para poder interpelarlas, igual hagamos lo que hagamos quedaremos contaminados






Stella Arber


Directora MAC-UNL



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