MADI
Mayo 2005
Desde que fuera creado el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral, es una de sus prioridades, evocar los años medulares del arte argentino contemporáneo, mostrar los testimonios de repertorios únicos e irrepetibles, destinados a recuperar la memoria visual de contextos epocales, con vocabularios referentes de movimientos pioneros.
Para dar cuenta de lo antes dicho, hoy el MAC se enorgullece de contar en sus salas, con las obras de una figura mayúscula de la plástica internacional, como es Carmelo Arden Quin, cuyos trabajos exceden la retórica y el pleno dinamismo compositivo de planos, líneas, campos de color y figuras geométricas, para pasar a ser testimonios activos, manifiestos autónomos en sí mismos, documentos de un contexto histórico de las artes visuales, ineludible en todo el Río de la Plata y el mundo.
El movimiento Madí nace contra todo lo conocido, confirmando lo esencial del hombre, su deseo permanente de inventar y construir objetos, de dominar la materia y liberar la energía del espacio-tiempo en el proceso de esa construcción.
Según Carmelo Arden Quin, la obra Madí tiene una organización con referentes rigurosos en su evolución constructiva: la invención, es la idea, la cosa en potencia y la creación, la cosa realizada.
Él nos dice: - En la obra Madí queda abolida toda ingerencia de los fenómenos de expresión, representación y significación.
La obra es, no expresa.
La obra es, no representa.
La obra es, no significa.
Después de esta definición de uno de los creadores del movimiento, nos atrevemos a suponer que la obra Madí surge del conocimiento de la condición humana, de la interpretación del otro, nos referimos al puro espacio perceptivo que se le crea al que observa, que desde lo nuevo inventado y construido, puede a su vez crear un nuevo orden espacial, una nueva intención sobre la acción misma. La obra Madí se nos presenta desde una geometría absoluta, como obra concluida y cerrada, pero si verdaderamente nos internamos en esa geometría, se crea una energía radiante, un particular dinamismo, un énclave extraño, que no refiere a nada en particular, pero a la vez se nos manifiesta como una totalidad universal.
Soluciones estructurales, rigor constructivo, realizaciones lúdicas, variedades posicionales en el plano y en el espacio compositivo, aluden al puro objeto plástico. Instrumentos de acción con innumerables posibilidades de invención, se nos muestran sin resabios realistas, sin alusiones conocidas. Los juegos estratégicos de las imágenes abstractas, afloran, se ubican en el espacio, nos revelan sus secretos y nos esconden otros que debemos develar, se depuran consciente e inconscientemente, para ordenarse luego en una nueva dimensión, de un universo corpóreo que se proyecta y reafirma frente a nosotros. No hay punto final en la obra Madí, hay puntos de partida para nuestra propia re-creación.
Cada una de las obras de Carmelo Arden Quin que presentamos en el MAC superan no sólo la cuadratura racional-irracional que contiene a sus obras, sino que nos empuja a un estado casi primitivo, de preconcepto, activando así zonas del inconsciente de las que no teníamos registro alguno.
Mayo 2005
Desde que fuera creado el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional del Litoral, es una de sus prioridades, evocar los años medulares del arte argentino contemporáneo, mostrar los testimonios de repertorios únicos e irrepetibles, destinados a recuperar la memoria visual de contextos epocales, con vocabularios referentes de movimientos pioneros.
Para dar cuenta de lo antes dicho, hoy el MAC se enorgullece de contar en sus salas, con las obras de una figura mayúscula de la plástica internacional, como es Carmelo Arden Quin, cuyos trabajos exceden la retórica y el pleno dinamismo compositivo de planos, líneas, campos de color y figuras geométricas, para pasar a ser testimonios activos, manifiestos autónomos en sí mismos, documentos de un contexto histórico de las artes visuales, ineludible en todo el Río de la Plata y el mundo.
El movimiento Madí nace contra todo lo conocido, confirmando lo esencial del hombre, su deseo permanente de inventar y construir objetos, de dominar la materia y liberar la energía del espacio-tiempo en el proceso de esa construcción.
Según Carmelo Arden Quin, la obra Madí tiene una organización con referentes rigurosos en su evolución constructiva: la invención, es la idea, la cosa en potencia y la creación, la cosa realizada.
Él nos dice: - En la obra Madí queda abolida toda ingerencia de los fenómenos de expresión, representación y significación.
La obra es, no expresa.
La obra es, no representa.
La obra es, no significa.
Después de esta definición de uno de los creadores del movimiento, nos atrevemos a suponer que la obra Madí surge del conocimiento de la condición humana, de la interpretación del otro, nos referimos al puro espacio perceptivo que se le crea al que observa, que desde lo nuevo inventado y construido, puede a su vez crear un nuevo orden espacial, una nueva intención sobre la acción misma. La obra Madí se nos presenta desde una geometría absoluta, como obra concluida y cerrada, pero si verdaderamente nos internamos en esa geometría, se crea una energía radiante, un particular dinamismo, un énclave extraño, que no refiere a nada en particular, pero a la vez se nos manifiesta como una totalidad universal.
Soluciones estructurales, rigor constructivo, realizaciones lúdicas, variedades posicionales en el plano y en el espacio compositivo, aluden al puro objeto plástico. Instrumentos de acción con innumerables posibilidades de invención, se nos muestran sin resabios realistas, sin alusiones conocidas. Los juegos estratégicos de las imágenes abstractas, afloran, se ubican en el espacio, nos revelan sus secretos y nos esconden otros que debemos develar, se depuran consciente e inconscientemente, para ordenarse luego en una nueva dimensión, de un universo corpóreo que se proyecta y reafirma frente a nosotros. No hay punto final en la obra Madí, hay puntos de partida para nuestra propia re-creación.
Cada una de las obras de Carmelo Arden Quin que presentamos en el MAC superan no sólo la cuadratura racional-irracional que contiene a sus obras, sino que nos empuja a un estado casi primitivo, de preconcepto, activando así zonas del inconsciente de las que no teníamos registro alguno.
Taller de Arden Quin en Savigni - Paris
Curación de Fofía Muller en su Dto. en Buenos Aires
Salas del MAC
Acto de Inauguración
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