JOSE LUIS ROCES

OBJETOS
Agosto 2009

Los Objetos expuestos en el MAC fluctúan entre dos cargas visuales de clara fuerza expresiva, lo orgánico que remite directamente a morfologías vinculares con la naturaleza, donde se puede notar la impronta vital que imprime la acción moduladora del gesto y por otro lado los razonados ensambles constructivos de rigor geométrico. Los objetos sostienen una iconografía que remite y homenajea al Pop, a la vez que definen un estado de Posproducción en la reutilización de materiales industriales, navegan en un territorio semántico que apela a lo Conceptual y, a lo Relacional como trama de accionar compartida y de prácticas de exploración artística alternativas. Todo el conjunto pone en jaque nuestro dominio visual, esto se observa también en los materiales utilizados, resina, goma, plástico, poliuretano, vidrio, madera y papel. Algunos considerados no válidos para las artes visuales, un ejemplo de ello es la goma eva que está vinculada a las manualidades, aquí en un tratamiento inverosímil se transforma en exquisito sostén de la construcción del objeto, logrando mutar y adquiriendo un perfil único.
Artefactos - Piezas - Objetos en los límites visuales
Carece de importancia si esto que vemos son las opciones originales o si son las definitivas formas primariamente proyectadas. Habrá que analizar las necesarias fases comunicacionales por las que pasaron los autores para el logro de estas piezas. Todas ofrecen considerables evidencias para la lectura del proyecto de ejecución y de producción, aunque cantidades de estrategias quedan ocultas dentro de los propios objetos y nos aportan novedades puntuales en los cuerpos mismos de estos extraños artefactos.

En la percepción de cada uno de ellos hay un umbral que marca puntos de transición que se han corrido de las fronteras conocidas. Así se produce un pasaje que construye visualmente otros límites, estos nuevos límites articulan interioridad no visible, con exterioridad plena. Aquí se ofrece un elaborado orden que es más abarcativo que la propia percepción de quien lo crea, y ese ir más allá de la percepción, significa que la visión se verá guiada hacia el adentro y hacia el afuera de cada objeto. Esto da pie a otras maneras de recuperar las obras, de situarse en otro equilibrio que exudan ellas mismas, es decir, en la operación de estabilidades que presionan desde el espacio racional para ubicarlas.

Hay un sostén constructivo estructural que da equilibrio evidente a cada obra. Las libera por completo de ataduras miméticas, aún apareciendo en algunas de ellas, el caracol como centro de acción visual u otra inclusión orgánica. La pureza formal, lleva al límite la disolución de cualquier elemento visual contaminante. La idea de la forma como pura percepción, es la manera de cada objeto, de independizarse y definir en definitiva, su dinámica, su potencia constructiva, su energía.

Podríamos apelar a las retóricas más variadas y siempre estaremos frente a un fuerte sesgo que estimula incertidumbres. Como trozos de una nueva realidad visual, se propone a estos objetos como “acentos visuales singulares” que acumulan en sí mismos áreas distintas de acción. El diseño y las artes visuales conviven sin imponer sus lineamientos en una destacable armonía.

Roces y el grupo suplantan las contingencias técnicas que pudieron presentarse en la marcha, con la creatividad de los inventores, ya que para llegar a las formas finales, debieron crear sus propios instrumentos, modificar algunas herramientas para poder construir estos objetos.

La idea de lo fundacional subyace en todo el camino seguido, acompañado por la guía y diseño curatorial de Benassi y Volpogni, con la gráfica de Gariglio. En todo momento se reconocen los fundamentos en escena, las ideas, los conceptos, las reflexiones, atraviesan con fuerza a cada una estas obras. Los resultados cuentan con esa base, que refleja asociaciones determinantes en los logros finales.

Hay aquí una reflexión analógica, que aparece como referencia a nuevas correspondencias en el ámbito de lo precategorial, que detenta variables, modificando los limites de lo sígnico. Una tridimensionalidad nueva, expandida, hecha de condensaciones y desplazamientos que salta por encima de la barrera de los significados.

Observando la totalidad de estas obras, nos dan una sensación de estar frente a un intervalo, donde se suspende la continuidad de las cosas, es decir un territorio que era necesario encontrar, un espacio que requiere ser recorrido y explorado en dos direcciones: la material con todas sus novedades expuestas directamente y en cada pieza y la inmaterial desde el discurso, la selección de los textos, las ideas, los fundamentos, etc.

Aparece un juego de significaciones profundas en el objeto gráfico, que se plantea como obra interactiva, indica variadas trayectorias posibles a través de su proyección como creación colectiva, ya que serán los espectadores quienes irán produciendo los cambios imposibles de preestablecer, en la desintegración de la misma.

Lo que se expone aquí es la “situación de accionar conjunto” evitando lo dado, lo resuelto, se ignora el sentido que tomará y la lógica desestructurante que cada participante, dará a la obra. Materialización y desmaterialización, son la clave implícita en la evolución de este objeto que “sucederá” a través del tiempo de exposición. El vacío dará cuenta del objeto que hubo allí y dejará el espacio amenazante que ocupó, impondrá su totalidad viendo desaparecer sus fragmentos. La copresencia de productores y de espectadores se hace efectiva en su construcción constante y abarca intersticios de espacio-tiempo regidos por normas de una novedosa colectividad, que definirá sin planificarlo, el hecho artístico. Este se irá completando, a la vez que desarticulando y desmaterializando la obra. En este caso el objeto de arte pasa a manos desconocidas y si bien se propone un modo de comportamiento para la interactuación, la asociación del que observa quedará en libertad, actuando con el placer visual y táctil, que da cuenta de otros procesos de los conocidos al acercarse a una obra.

En todo el espacio museístico hay una impresión óptica fuerte, potente, que crea complejos disparadores visuales que se impondrán generando adhesiones, los aliados en la mirada reflejarán a su vez, otro campo de sintonías, de semánticas polivalentes que se centran en los propios objetos como sujetos de la acción escénica.

Se podría hablar de piezas de impacto, que en su simplicidad y economía visual, se instalan dentro de lo “indesignable”. Sin nombre para catalogarlas, se manifiestan y aparecen como “autosuficientes latencias visuales”, de una lógica hermética, proponen un amplio arco de reflejos que nos conectan con variados estímulos, algunos de los cuales no se pueden distinguir. De este modo se da cabida a espacios de percepción visual desconocidos, deberemos ir, más allá de la estimulación sensorial recibida, deberemos sustituir los fundamentos semánticos para poder abarcarlos. Otros dominios, otros acontecimientos y otros mecanismos de accionar visual, se generan con la producción de estas obras. Se activan nuevas claves de la pulsión creativa, se detecta una densidad profunda preconcebida intelectualmente, para que sean lo que son, ideas intencionadas desde un concepto innovador, que involucra una reescritura visual para su análisis y un accionar procedimental al límite de la perfección en la concreción de los objetos.

La arqueología de aportaciones deja actuar fluidamente a actores-concepto-espacio-objetos-miradas logrando navegar en la permeabilidad de un repertorio que se expande en traslación directa a la poesía visual en una auténtica concreción del goce estético.

 Curaduría 








 
Montaje























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