Diciembre 2008
Descifrar los signos
Se podrá ver en las salas del MAC, una muestra de Analía Sagardoy que trabaja la pintura-objeto sin desdoblar a cada uno, cruza la frontera e incorpora el relieve exento del plano, como modo de inflexión de un rompecabezas constructivo, con alfabeto propio. Algunas obras están cerca del campo pictórico y lindantes con lo escultórico.
Son obras de diversos tamaños, realizadas en madera policromada y otros materiales como cartón prensado y varios más. Con una factura impecable los complejos recortes van conformando las estructuras de las obras con una diversidad amplia en cuanto a las imágenes.
Colores planos y paleta acotada al Blanco, Negro, Gris y Rojo van dando una articulación de ritmos visuales de su sistema constructivo.
La obra de Analía Sagardoy es para ver y pensar, los taseles regulares y en repetición contínua, son una necesidad en el discurso visual de la artista. Estos elementos multiplicados van construyendo y reconstruyendo las revelaciones que aparecen encriptadas en los dispositivos secretos de cada imagen. Hay un juego de encubrimiento/descubrimiento donde todo está allí. Su accionar visual es la combinación lúdica de cada pequeña parte. Las composiciones resueltas a partir de un módulo constante, dejan ver la enunciación implícita y la complementación. Cada pieza es una parte fundamental, creada a partir de la astucia para un recorte expresivo puntual, que luego en el conjunto se dinamizan en proyección, y enhebradas producen la convivencia de lo simultáneo. Esta obra simbólico-sígnica construye su sentido visual por acumulación y contigüidad. Como en un diario personal, escrito todos los días, combina saberes estéticos con conocimientos cotidianos e íntimos, en cada clave inserta en la imagen.
Con vaivenes propios de la evidencia de significaciones, se va delatando poco a poco la lógica conceptual de la artista y la misión alusiva de los signos. Contrastes individuales y del conjunto trazan efectos visuales profundos, esto es posible desde el relieve que es el modus operandi que usa para construir.
Se destacan algunos imperativos categóricos y declaraciones en los títulos que Sagardoy puso a sus obras. “Germen”, “Brote”, “Abono”, “Fértil”, son las series que van creando en su recorrido una partida de iniciación y marcan reveladoras, las etapas evolutivas en que la tierra fue transformando a la semilla, hasta consagrarse en fruto.
De principio a fin la verdad nos será revelada y el esplendor de la dádiva que la naturaleza nos provee, se diluye en el turbio devenir de su futuro.
Nos es dado descifrar la subjetiva impronta de cada escena producida por Sagardoy. Ella interviene a fondo en su proceso de creación, sin jerarquías, cada maniobra tiene infinitas posibilidades de combinación entre sí. Aquí configuran las fases de la evolución de la vida.
Inventa, produce, construye, experimenta, hace de su acción creativa un lúdico despliegue espacial. La profusión de sus imágenes, los cuadros dentro del cuadro son estrategias puntuales para dar densidad visual. Tenemos aquí un terreno fértil para alusiones e implicancias que no deja que observemos la superficie, nos pone frente a ese universo mesurado y controlado que contiene el impulso primario de la representación.
Hay una persuasión significativa en cada imagen, como ejercicio simbólico de llegada al otro. A pesar de su condición de efecto visual abstracto y su exteriorización arreferencial, el observador identifica en ellas los trayectos de la ósmosis evocativa.
Se produce una eficacia sensitiva de los significados pictóricos, de las morfologías logradas, que transfieren sintaxis y estructuras con “argumentación simbólica”.
Así se da una inmanencia textual, aparece la transferencia metafórica y se comprende el guión que la artista creó para dar cuenta de las “Promesas del fruto”.
Pareciera que Analía Sagardoy creara una coyuntura esquemática de síntesis, que por asociación va produciendo unidades de acción, y así proporciona un conjunto descriptivo visual de referencia. Surge entonces el interés vital subyacente que no mengua en ninguna de sus obras, por el contrario se vuelve vigoroso.
Homogeneidad temática en el conjunto, heterogeneidad en la tensión de los formantes estructurales abstraccionistas y construcciones unitarias figurativas, hacen que este corpus de obras se distinga por una limpidez contundente de su resultante visual y una experiencia exploratoria de gran interés plástico.
Lo mencionado no es el único punto paradójico en Sagardoy se puede observar también un doble juego de compatibilidad entre el barroquismo aparente del conjunto y el minimalismo esencial de su estética. Desde unidades mínimas produce un abigarramiento y utiliza recursos de estética barroca como la profusión de elementos, la acumulación, los desdoblamientos y desbordes, el descentramiento y los múltiples puntos de vista.
Una de las virtudes de la artista, es la exigente articulación de esa tensión, que da como resultado un orden propio de combinaciones y selecciones múltiples.
La síntesis de la imagen va de la mano de la esforzada y compleja práctica del hacer visual de Sagardoy, conjuga grandes espacios libres con el adensamiento de la representación, dando una resultante que mezcla dispositivos de enunciación definidos.
La ejecución precisa, el ordenamiento lógico, el tratamiento técnico, es decir la construcción de las obras por un lado y por el otro la reflexión, la exteriorización narrativa meditada, son el otro desafío constante que Sagardoy tiene que sortear cuando nos deja ver a través de sus obras, aquel universo ideal que se le perdió entre las manos. Ella se fuerza para lograr acomodar pieza por pieza, el brutal y arrasador devenir
que soporta nuestro planeta. Como una fiesta pagana, ella hace sus evocaciones y arma un altar con prendas y promesas, con el único propósito de lograr que la madre naturaleza escuche sus ruegos, allí despliega todo su espíritu mágico y determina con sentimiento, inocencia y frescura, su manera de estar en el mundo en la permanente zozobra de nuestro tiempo.
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