JUSTO SOLSONA

GENTE EN DIFICULTADES
Septiembre- octubre 2009

Una dimensión diferente
Las obras de Justo Solsona que se exponen en el MAC son pinturas de mediano y gran formato, ejecutadas con gruesos pinceles, cepillos y escobas. Con la elaboración de ritmos primarios, un verismo fantasioso, va unido a una subversión antiacadémica del espacio clásico. El hecho de que sus múltiples especialidades están expresadas por equivalentes pictóricos antes que por métodos de representación, hace que pueda configurar imágenes que parecen abarcar toda la superficie pictórica sin ataduras, sin rangos.
Se aleja de la línea ilustrativa, de las estructuras rígidas y de los trazos geométricos. Provoca ritmos impetuosos, evocativos, de un vigor inusual, con una sensible exaltación nos va revelando la visión compulsiva urbana con todo su despliegue y la concentrada visión racional de proyección de la realidad, traducida a formas y colores.
Aparecen direcciones lineales muy potentes que definen por repitencia, tanto el tema como las formas. Algunos signos anclados, son los elementos dinamizadores de sus obras y dan una especie de objetivación de la percepción, evidenciando sistemas visuales de influencia indirecta, que actúan como intermediarios de la percepción visual.
El plano principal de la imagen, siempre centralizado, tiene una presencia tal, que condiciona y ordena la visualidad, absorbe la mirada y todos los elementos que componen la escena, en una sustracción por eliminación que define claramente sus imágenes.
Trazos espesos y densos, casi caóticos de diversos empastes, se van sucediendo en la obra de Solsona, se puede ver como va modificando la materia, como tozudamente ensaya variados caminos para lograr el cuerpo pictórico. Dispersión versus acumulación, son las paradojas que enriquecen la obra del artista. Los contornos se desvanecen y a veces se definen. Diluir o concentrar, serán las variables de control utilizadas, como recursos de su accionar lúdico simultáneo.
Justo Solsona es un maestro de la arquitectura, sin solemnidades ni ceremonias pasa a la pintura como quién cruza una puerta, cada mundo se sostiene por sí mismo, por momentos se integran, mezclan y articulan en una permeable frontera y a veces se separan para una entrega audaz, libre y expresiva que apela a la intuición y a la legitimación de sus propio yo, en otra área de acción.
Desde sus inicios en la pintura se inclina por un explícito Neo-Expresionismo, no como escuela, sino en un sentido más amplio, como un movimiento cuestionador y contestatario, desde allí se revela su interés por la expresión, donde desarrolla personajes, objetos, espacios, dimensiones en una operatoria según leyes subjetivas, que no invalidan los relatos pictóricos que Solsona quiere transmitir.
Este artista desde siempre ha mostrado una impronta personal y original para tratar sus imágenes, está alejado de modas y tendencias, esto se revela en la autenticidad de sus obras, donde permanentemente está enriqueciendo sus medios expresivos; la experimentación nunca es meramente formal en él, es una manera de forzar a los recursos expresivos que usa a trascenderse a sí mismos, para hacer posible esa identidad de imagen que lo distingue.
Escoge los colores capaces de expresar los estados de ánimo emocionales con los que se para frente a sus telas, allí proyecta inexorablemente, desde una dimensión diferente, sucesos que le afectan. El fluir dinamiza la materia, con una mirada profunda, anclada en perfiles de hombres en íntimas posturas, que expulsan volcánicas, sus cargas internas de temores solitarios, en una concreción espacial sin formalidades. En la obra “Soledad”, aparece una silueta acostada en el borde del cuadrado, que responde a esta fisonomía evanescente, que en su placidez, encubre la liberación de su agonía. Estado afectivo primero, emoción conceptualizada después y finalmente, una visión en la que convergen la imagen aparecida y su correspondiente idea.
Subyace en toda su obra una preocupación sociológica-política, cercada por los cambios que no siempre preservan los derechos propios de la condición humana. Esta carga de persecución y tragedia a la que está sometido el ser humano, aparece como un presente permanente, transformando formas en intervenciones y espacios en realidades, todo, contenido sobre una base libertaria que emprende su juego pictórico, declarando un despliegue metafórico, con la desprolijidad de la esencia interna, como una manera de reconciliarse con las injustas provocaciones mundanas, sin condiciones y sin reservas.







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