Abril 2010
Volver a la infancia
En las salas del MAC se podrán ver obras de la última concreción de la artista Nilda Marsili, se trata de pinturas de mediano y gran formato, que son parte de la ambientación-instalación, que se da en cada sala del museo, además y juntamente con una variedad de esculturas policromadas, que incluyen personajes, perros y hasta frutos, todas estas piezas dan vida a un universo pleno de fantasía. Obras en el plano y en el espacio se conjugan y son parte del imaginario, sin dejar de ser individualmente pinturas o esculturas, cada una de ellas, tienen sobre su concepción la totalidad de la escena construida, así es como algunas pinturas están en el suelo a modo de alfombra para algún personaje, o como un artefacto al que hay que sortear para encontrar el camino hacia la imaginación y el ensueño.
La disposición espacial tiene como premisa la marcación geográfica de cada suceso visual y el reconocimiento del acontecimiento planteado. Todos con variados materiales, distintos soportes, técnicas mixtas, son las apuestas que conectan el accionar visual de Nilda Marsili en esta muestra. El color aparece en toda su plenitud pasando por las variantes de los primarios y creando una paleta de un cromatismo llamativo e impactante. Los colores están acompañados por cuentas, abalorios, piedras, espejitos o nácar y otros elementos que elevan con su brillo la saturación de los mismos. Con esos implantes da cuenta del rango social que tienen los personajes y así se despliegan en todo su esplendor.
La princesa y el guisante, El mago de Oz, Alicia en el País de las Maravillas. Todos los títulos de los grandes cuentos leídos en la infancia por la artista y que vuelven a escena, como si nunca se hubieran alejado de su mente, las imágenes creadas allá lejos y hace tiempo, vuelven nítidas, sin contaminaciones y con su carga de inocencia temprana. Clara y sorprendente Nilda Marsili, recrea aquello, presentando en todo el espacio museístico obras pictóricas y esculturas policromadas instaladas de modo tal, que van generando las escenas infantiles. De este modo se pone en evidencia un caudal enorme de significaciones fundantes hacia la imaginación y fantasía que dan pie a la ilusión sin límites.
Si bien las referencias aparecen evidentes y reflotan el mundo infantil en su conjunto, desde los personajes típicos, como la Princesa y el Rey, también se conforman zonas inciertas que abarcan temores y desocultan vivencias y apariciones nocturnas, como Palomino, que es un personaje oscuro y que la artista llena de punzantes espinas, delatando de inmediato que de él hay que alejarse, de lo contrario algo malo ocurrirá.
Las tres niñas son el centro de la escena, estableciendo entre ellas la relación de referencia común y un vínculo continuo y perpetuo, trazado a partir de evocaciones del pasado. Las tres transitan, peregrinan por intersticios de vida común en los que un marco de puerta se torna ineludible a la hora de pasar de un cuarto a otro de la casa, (aquí representado por la “Puerta Función”), ya que sirve para salir de la geografía evocadora de la casa propia o vecina y partir rumbo a lo desconocido para continuar el juego. Siempre los perros presentes acompañando el impredecible mundo infantil.
Llenas de fuerzas de sentido, las tres niñas nunca paran de jugar, ni de escuchar, la propia Nilda es una de las niñas que tenía a cargo la lectura de los cuentos, las otras dos dormían luego de algunos capítulos y ella debía repetir la noche siguiente, el mismo relato, una y otra vez hasta que se reunieran con el final tan anhelado. Ya en la adolescencia otras son las lecturas y otros los personajes que irrumpen en escena, Erdosain de “Los siete locos” no falta, para irradiar otros potenciales etarios de la mano de Roberto Arlt, todos juntos en una especie de turbulencia emocional, surgen prolongados de la escritura a la imagen, en sintonía y conexión desde la imaginación de la artista.
Hoy es ella la que los recrea, los disemina por todo el espacio entrelazando sin restricciones, las historias con los ritmos visuales, los mensajes cifrados con las composiciones, los secretos con las formas, los afectos con los colores y la ilusión con la acción pictórica.
Esta cuasi reescritura visual de los relatos de infancia, está concebida como una cartografía de sus propios sueños y obsesiones y como una declaración interminable de su sentir, o tal vez como un modo de transitar antiguas vivencias.
La confluencia de visiones y sensaciones está a la vista y deja en claro que la artista posee una singular manera de crear, y tiene un concepto ampliado en la búsqueda expresiva y despliega un espectro estético múltiple.
Observar el conjunto constituye un verdadero acontecimiento de goce estético. Están aquí la imaginación y la fantasía produciendo una inquietante epifanía.
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